El Cohousing debe traducir en arquitectura las nuevas formas de vivir y relacionarnos con los demás, la gradación entre lo público y lo privado, pasando por lo común, el compartir hábitos, acciones y espacios de nuestra cotidianeidad y domesticidad, visibilizar lo que tiene que ver con los cuidados, generar lugares de encuentro, definir espacios seguros y accesibles.
Iniciamos, con esta entrada sobre el Diseño Intencional para la Vida Comunitaria, un recorrido por algunos experiencias y conocimientos en torno al Cohousing y la Arquitectura.
La arquitectura, el diseño, el urbanismo, la construcción, no son sistemas neutros. Definen estructuras sociales, condicionan las relaciones, generan impacto, no sólo medioambiental, también social. La arquitectura ha sido responsable de fomentar una antropología muy individualista donde se reducía al mínimo el encuentro entre los/as vecinos/as.
El diseño intencional para la vida comunitaria
El diseño intencional para la vida comunitaria concibe la arquitectura como una herramienta para potenciar los valores y objetivos del proyecto social del cohousing. Si el objetivo del proyecto es la convivencia con otras personas, la solidaridad, la colaboración, el apoyo y cuidado mutuo, todo esto tiene que tener un reflejo también en lo físico y lo construido.
Los espacios comunes cobran gran protagonismo en este sentido ya que, al convertirse en una extensión de la propia vivienda, construye lazos vecinales cotidianos.
El diseño intencional no sólo fortalece las relaciones de una comunidad, es capacitante (accesibilidad cognitiva, física, distancia áreas descanso y encuentro), y terapéutico (jardines, colores, escalas disminuidas).
El reto del diseño en un proyecto de Cohousing es el de transformar las relaciones hacia formas más democráticas, más horizontales, más igualitarias, más respetuosas, más solidarias y colaborativas. Además este modelo supone sacar de la esfera privada y la intimidad el ámbito de los cuidados.
Criterios del diseño intencional para la vida comunitaria.
Algunos criterios interesantes a la hora de abordar un proyecto de arquitectura de un Cohousing son:
- Equilibrio entre la vida privada y la comunitaria. En el cohousing cada uno tiene su propia vivienda, en la que mantiene su privacidad, y su propia economía también privada. Además de la parte privada de cada uno, en un cohousing existen una serie de recursos y espacios compartidos con la comunidad. Por lo que supone recuperar esa parte del vecindario que se ha ido perdiendo en las ciudades.
- Equidistancia de zonas comunes y relación con acceso al conjunto. Una buena conexión entre las viviendas y la zona común, cuidando las distancias entre sí, puede invitar a pisar más a menudo estas zonas, introduciéndolas en nuestra cotidianeidad.
- Recorridos. Si los recorridos están bien diseñados nuestros movimientos del día pueden dar lugar a encuentros fortuitos que enriquecen la vida vecinal y comunitaria.
- La cocina, tanto común como privada, como elemento vertebrador. Poder saludar a alguien que pasa mientras que estamos cocinando es un elemento más de compartir y encontrarse. Pasamos muchas horas de nuestro tiempo en la cocina y puede convertirse en una actividad más agradable y amena.
- Espacios de transición. Lo mismo ocurre con estos espacios intermedios como porches, pérgolas, terrazas, invernaderos. Son lugares entre lo común y lo privado, especialmente en las entradas a las viviendas o a las zonas comunes, que propician encuentros y charlas espontáneas.
- Gradación de privacidad. Disponer de distintas cualidades de espacios con distintos grados de exposición genera usos y posibilidades en el día a día también diversos.
- Visuales y perspectivas. El poder verse genera una situación de seguridad y ambiente hogareño. Demasiados recovecos pueden generar zonas inutilizadas o residuales.
- Las zonas comunes como una extensión de la vivienda. Los espacios comunes cobran gran protagonismo en estos proyectos. Bien diseñados pueden significar, no una renuncia a 30 m2 en tu vivienda, sino una ganancia de 160 m2.